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SS. Pedro y Pablo

Qué le responderíamos a Jesús si hoy nos preguntara: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? / Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer M ateo 16, 13-19 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en

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Contradicciones que han sufrido los santos y los hombres de Dios - I


Esta y las siguientes entradas, corresponden a un artículo cuyo autor a publicado en Con el Papa y que es sumamente actual e interesante. Hemos dividido la nota en varias entradas para facilitar su lectura.

I: Contradicciones de los santos
Contradicciones que han sufrido los santos y los hombres de Dios a lo largo de la historia
Autor: José Miguel Cejas | Fuente: www.conelpapa.com

INTRODUCCIÓN

En recuerdo del Gris,
aquel perro (?)
oportuno
y magnífico.


Debo aclarar a los lectores a los que haya sorprendido la dedicatoria con la que se abre este libro, que el Gris no es ningún animalito de compañía. El Gris es aquel perrazo imponente que surgía en defensa de san Juan Bosco cuando se encontraba en apuros, y al que el Santo comparaba, por su aspecto terrible, con un lobo enfurecido.

El Gris tenía más de un metro de altura y una peculiaridad sorprendente: se presentaba en los momentos más oportunos -por ejemplo, con ocasión de un atentado- y desaparecía luego como por encanto. ¿Quién era el misterioso Gris? Cuando se lo preguntaban, Don Bosco eludía, riendo, la respuesta.

Gheón, al referirse a la naturaleza de este misterioso animal al que aludía san Juan Bosco en sus Memorias del Oratorio, decía que "la Providencia puede servirse de un perro. Un ángel tiene posibilidad de hacer surgir su forma. Lo menos que se puede decir es que este animal supo rastrear la santidad y ponerse decididamente a su favor".

Durante estos últimos años he añorado en algunas ocasiones la presencia poderosa del Gris. Se han prodigado los ataques contra algunas figuras de la iglesia y pocas voces han acudido en su defensa; y con frecuencia los afectados han sufrido la indefensión en la que el infamante suele sumir a su agredido.

No es fácil responder a la calumnia. ¿Qué actitud tomar? El que opta por no defenderse corre el riesgo de reconocer con su silencio la calumnia; y ya se sabe, "el que calla, otorga". Y el que se defiende, da pábulo a nuevas calumnias y escándalos periodísticos, que son los efectos -con frecuencia comerciales- que precisamente busca el agresor.

Los ataques que han sufrido algunas personalidades de la Iglesia contemporánea no son, desde el punto de vista histórico, excesivamente novedosos. Muchas de las acusaciones que escucho ahora contra cardenales, obispos y fundadores, me evocan viejas lecturas escolares.

Con acusaciones semejantes aguijonearon sus contemporáneos a dos grandes santos, San José de Calasanz y San Juan Bosco, fundadores de los dos colegios en los que estudié -un colegio de escolapios primero, y de salesianos después-, y de los que guardo tantos gratos recuerdos, al igual que de la Universidad de Navarra, donde conocí a san Josemaría, canonizado en el 2002.

Con el paso de los años he ido leyendo la vida de muchos hombres y mujeres santos, y he tenido oportunidad de tratar a algunas personalidades contemporáneas de la Iglesia que posiblemente veamos en el futuro en los altares. He observado que prácticamente todos, de un modo u otro -desde san Pío de Pietrelcina a la Beata Teresa de Calcuta- han tenido que morder la fruta amarga de la incomprensión o del escándalo.

Esto me ha llevado a acometer la tarea de analizar y comparar las diversas contradicciones que han sufrido algunos santos a lo largo de la historia.

Afortunadamente, aquellas antiguas hagiografías que nos presentaban a los santos envueltos en un haz de luz, avanzando pacíficamente hacia la beatitud entre la admiracióny el aplauso de los contemporáneos, reposan desde hace mucho tiempo entre las telarañas de las bibliotecas. Bien merecido tienen su letargo: son tan falsas desde el punto de vista histórico como desvirtuadoras del concepto mismo de santidad.



Espero que al lector le suceda lo mismo que a mí al redactar estas páginas, y que al contemplar la actitud de estos hombres y mujeres de Dios ante la persecución y la calumnia, crezca su veneración hacia ellos. Ése ha sido mi único deseo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Amar al Señor, es nuestro principio y ultimo fin pero a veces solo por amor somos perseguidos y calumniados. Confiemos en nuestro Señor EL venciò al mundo por amor a nosotros su infinita misericordia nos cubra en los momentos mas dificiles de nuestro peregrinar. Y su amor nos sotenga perseverando en su amor.Besitos! Bendiciones!Me encomiendo a sus oraciones ud siempre sta en las mias.

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