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SS. Pedro y Pablo

Qué le responderíamos a Jesús si hoy nos preguntara: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? / Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer M ateo 16, 13-19 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en

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¿Qué tal el ayuno y la abstinencia de los malos pensamientos?
¿Ayuno de qué?, ¿Abstinencia de qué? Los que no quieren privarse de nada, irán a cualquier sitio, pero no al cielo. / Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net

Con el Miércoles de Ceniza comienzó la Cuaresma.

Al hablar de Cuaresma muchos se acuerdan del ayuno y la abstinencia. Creen que, por reducir un poco los alimentos del Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, y porque los viernes en lugar de comer carne toman pescado, ya son penitentes.
La verdad es que hacer eso no cuesta gran cosa; pero, ¿qué tal el ayuno y la abstinencia de los malos pensamientos, el ayuno de las malas palabras y las malas acciones? Eso ya es otra cosa, que cuesta inmensamente más. Y se trata de seguir esta rigurosa dieta más que la de los alimentos.


Ayunar de los malos pensamientos. Cuántas malas ideas circulan con semáforo verde por la vía pública de nuestro cerebro, como son: las etiquetas que les ponemos a los demás, la pornografía, las intenciones malévolas, esos resentimientos largamente alimentados, etc.
Ayunar de las palabras malas. Un buen porcentaje de nuestra mercancía verbal es de muy mala calidad. Las murmuraciones, las críticas son un manjar envenenado con el que se alimentan muchas personas. El que no critica a su prójimo es una maravilla del universo; y estas maravillas se dan muy poco. Lo normal es criticar, murmurar, comerse al prójimo. Se critica todo y a todos con desvergüenza.

En una ocasión encontré a una persona que me pidió sinceramente un consejo: ¿qué podía hacer para erradicar su hábito de murmurar?. Le aconsejé que rezara un avemaría cada vez que se le escapara una crítica. Tomó el consejo muy en serio, y el resultado fue que el primer día tuvo que rezar casi tres rosarios completos. Luego, poco a poco, fueron disminuyendo las avemarías, hasta que no tuvo que rezar ninguna, porque había vencido el hábito de murmurar. El consejo es válido, y el que desee dejar de ser un murmurador, puede intentarlo.

Podemos intentar también el ayuno de palabras sonoras, chistes de doble sentido, etc. Hay mucho de que ayunar, por ejemplo, de las malas acciones. Ayuna de verdad el que deja de cometer maldades.

Ayunar de las bebidas alcohólicas; ayunar del robo, las injusticias, fraudes, peleas, adulterios, infidelidades; ayunar de películas pornográficas, de envidias, malos deseos contra los demás y tantas cosas más.

Si, durante este ayuno y abstinencia del mal, se toma una dieta abundante de caridad con el prójimo, de sacramentos, de renovación espiritual, de buenas obras, entonces tendrá sentido la Cuaresma. De lo contrario, será una comedia aquello de correr a la Iglesia a que me pongan ceniza.

Algunos están seguros de que ya se les borraron sus maldades, porque les impusieron la ceniza; como si fuera así de fácil. Más bien, el ir a recibir ceniza significa comprometerse a hacer ayuno y abstinencia de alguna de aquellas cosas malas que se dan en mi vida. ¿En qué va a consistir mi ayuno y abstinencia durante esta Cuaresma?


Nota seleccionada para el  blog del Padre Fabián Barrera

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