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SS. Pedro y Pablo

Qué le responderíamos a Jesús si hoy nos preguntara: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? / Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer M ateo 16, 13-19 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en

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Abre tu corazón a Dios y entrégale tus pecados

Mateo 21,28-32 - Si no escuchas al Señor y no aceptas sus correcciones, no tienes un corazón arrepentido


Santo Evangelio según San Mateo 21,28-32

Parábola de los dos hijos: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: "Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña". Él respondió: "No quiero". Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: "Voy, Señor", pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?" "El primero", le respondieron. Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él" Palabra del Señor.


Reflexión del Papa Francisco

La escena del Evangelio es aquella del contraste entre los dos hijos invitados por el padre a trabajas en la viña. El primero, rechaza, pero luego se arrepiente y va; el segundo dice sí al padre, pero en realidad lo engaña.

Jesús cuenta esta historia a los jefes del pueblo, afirmando con claridad que son ellos que no han querido escuchar la voz de Dios a través de Juan y que por esto, en el Reino de los cielos serán superados por publicanos y prostitutas, que en cambio han creído en Juan.

Y el escándalo suscitado por esta última afirmación es idéntico a aquel de tantos cristianos que se sienten "puros" sólo porque van a misa y hacen la comunión. Pero Dios tiene necesidad de otra cosa.

Si tu corazón no es un corazón arrepentido, si no escuchas al Señor, no aceptas las correcciones y no confías en Él, tienes un corazón no arrepentido.

Estos hipócritas que se escandalizaban de esto que dice Jesús sobre los publicanos y las prostitutas, pero luego, a escondidas, iban a buscarlos o para desahogar sus pasiones o para hacer negocios – pero todo a escondidas – eran puros. Y a estos el Señor no los quiere.

Este juicio nos da esperanza. Con tal de que se tenga el coraje de abrir el corazón a Dios sin reservas, donándole también la lista de los propios pecados. Como aquella historia de aquel santo que pensaba haberle dado todo al Señor, con extrema generosidad, escuchaba al Señor, hacía todo según su voluntad, daba al Señor y el Señor le dijo: "Pero tú todavía no me has dado una cosa". Y el pobre era tan bueno y dice: "Pero Señor, ¿qué cosa no te he dado? Te he dado mi vida, trabajo para los pobres, trabajo para la catequesis, trabajo aquí, trabajo allá…" "Pero tú no me has dado algo todavía", "¿Qué, Señor?"... "Tus pecados".

Cuando nosotros seamos capaces de decir al Señor: "Señor, estos son mis pecados – no son de aquel, de aquel…son los míos. Tómalos Tú y así yo estaré salvado - cuando nosotros seremos capaces de hacer esto, nosotros seremos aquel hermoso pueblo, pueblo humilde y pobre, que confía en el nombre del Señor. El Señor nos conceda esta gracia. (Homilía en Santa Marta, 19 de diciembre de 2014)
Oración de Sanación

Señor, me pongo en tu presencia en este momento con un corazón agradecido y lleno de humildad, sintiendo que dejas caer tu bendición y tu paternal protección sobre mí.

Tú siempre estás atento a lo que digo y cuándo sientes mi debilidad me renuevas las fuerzas para seguir luchando porque Tú nunca te alejas de los que te aman y siempre estás a la espera de nuestro arrepentimiento.

Son muchas las veces que siento vergüenza de mis malas acciones porque con ellas fallo a tus promesas. Son tantas las ocasiones en las que te he prometido cosas que no cumplo y con eso tomo distancia de tu Gracia y de tus bendiciones.

¡Perdón Señor, perdón! Retira de mí el orgullo y todo ese sentimiento de autosuficiencia que me impide tener un auténtico arrepentimiento y poder así cumplir con mi compromiso de vida.

No permitas que tenga esa actitud de querer quedar bien con los demás, dejando a un lado el deseo de querer quedar bien contigo. Dame la fuerza para estar siempre dar lo mejor de mí y que todo lo que haga sea agradable a tus ojos.

Ven mi Dios, ven a mi vida a remover mi conciencia, a despertarme para que pueda tener una vida más auténtica y configurada a tus acciones de amor, pues Tú siempre intervienes en todas las cosas para el bien de todos los que te aman. Ven y sacude mi corazón, transfórmalo a semejanza del tuyo. Ve y hazme recapacitar para cambiar un “no quiero”, por un: “¡Sí Señor!, haré lo que Tú me pidas”.

Sé que el largo camino de conversión no es sencillo, pero con tu compañía, con tu poder y mi esfuerzo, llegaré a una vida más plena y mejor. Amén

Frase de reflexión

"El testimonio más eficaz sobre el matrimonio es la vida ejemplar de los esposos cristianos". Papa Francisco

Nota seleccionada para el  blog del Padre Fabián Barrera

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