1. INVOCA
Nos disponemos para la escucha de la Palabra. Hacemos silencio exterior, ausencia de ruidos. Y también guardamos silencio interior, ausencia de preocupaciones...
Invocamos al Espíritu, el soplo donado por Jesús Resucitado, para que nos abra al verdadero sentido de la Palabra y nos anime para llevar esa Palabra a nuestra vida.
Invocamos al Espíritu: Veni, Sancte Spiritus.
Ven, Espíritu Santo,
te abro la puerta,
entra en la celda pequeña
de mi propio corazón,
llena de luz y de fuego mis entrañas,
como un rayo láser opérame
de cataratas,
quema la escoria de mis ojos
que no me deja ver tu luz.
Ven. Jesús prometió
que no nos dejaría huérfanos.
No me dejes solo en esta aventura,
por este sendero.
Quiero que tú seas mi guía y mi aliento,
mi fuego y mi viento, mi fuerza y mi luz.
Te necesito en mi noche
como una gran tea luminosa y ardiente
que me ayude a escudriñar las Escrituras.
Tú que eres viento,
sopla el rescoldo y enciende el fuego.
Que arda la lumbre sin llamas ni calor.
Tengo la vida acostumbrada y aburrida.
Tengo las respuestas rutinarias,
mecánicas, aprendidas.
Tú que eres viento,
enciende la llama que engendra la luz.
Tú que eres viento, empuja mi barquilla
en esta aventura apasionante
de leer tu Palabra,
de encontrar a Dios en la Palabra,
de encontrarme a mí mismo
en la lectura.
Oxigena mi sangre
al ritmo de la Palabra
para que no me muera de aburrimiento.
Sopla fuerte, limpia el polvo,
llévate lejos todas las hojas secas
y todas las flores marchitas
de mi propio corazón.
Ven, Espíritu Santo,
acompáñame en esta aventura
y que se renueve la cara de mi vida
ante el espejo de tu Palabra.
Agua, fuego, viento, luz.
Ven, Espíritu Santo. Amén. (A. Somoza)
2. LEE LA PALABRA DE DIOS (Jn 14, 1-12) (Qué dice la Palabra de Dios)
Contexto
Los capítulos 13 al 17 de Juan describen el diálogo de Jesús con sus discípulos en la Última Cena. Son textos densos, profundos, cargados de sorpresas dolorosas por la traición de Judas y deserción de los discípulos. Al mismo tiempo, estos capítulos están traspasados de un inusitado afecto de Jesús hacia los suyos y por un dramatismo tenso, propio de las horas anteriores a la Pasión y muerte de Jesús.
Jesús se abre a la amistad y a la comprensión de los suyos. Y los va preparando para la terrible prueba a la que se verán sometidos en unas horas. Quiere Jesús poner en el corazón de sus discípulos toda la confianza y fe, tan grandes que puedan superar la dura prueba.
Texto
1. Yo soy el camino, la verdad y la vida (v. 6)
La frase central de este texto es: Yo soy el camino, la verdad y la vida (14, 6).
Los discípulos, que rodean a Jesús, no comprenden con claridad tales palabras.
Esta perícopa está envuelta en dos verbos: me voy y vuelvo. El me voy indica el lugar hacia donde va Jesús (14, 1-17). Jesús va al Padre. Y el camino para llegar al Padre es el mismo Jesús.
El vuelvo se refiere a la Pascua. Que superará las expectativas de los discípulos.
Se resumen así los grandes temas del evangelio de Juan: partida (éxodo) y retorno (Pentecostés parusía) de Jesús y la relación de amor y confianza en el Padre.
Jesús no enseña un camino, una verdad y una vida. Se presenta a sí mismo como el único Camino, la única Verdad y la única Vida.
Por eso, Jesús reclama la necesidad de creer en Él (vs. 11 y 12). Porque Él está en el Padre y el Padre está en Él (v. 10).
2. El que cree en mí, hará también las obras que yo hago (v. 12)
Los discípulos, que creen en Jesús, realizarán las mismas obras de Jesús y aún mayores (v. 12). Jesús se va al Padre. Los discípulos reciben la misión de continuar su obra. Por eso, les promete el envío y la presencia de su Espíritu (v. 16).
Así la salvación que Jesús ofrece, llega a los humanos por la mediación de otros humanos, discípulos creyentes en Jesús, y apóstoles que anunciarán y predicarán las mismas palabras y harán las mismas acciones de Jesús. Harán las mismas obras que yo hago, e incluso otras mayores (v. 12).
3. El que me ve a mí ve al Padre (v. 9)
La pregunta de Felipe Muéstranos al Padre provoca la respuesta de Jesús: El que me ve a mí, ve al Padre (v. 9). Jesús es el rostro humano del Padre. Quien ve a Jesús ve al Padre. Quien sigue a Jesús se encontrará con el Padre.
Jesús, desde su humanidad, nos conduce al Padre. Todo lo que Él dijo y realizó es la referencia total de los humanos hacia Dios. En Jesús vemos cómo es Dios. Porque Jesús nos reveló que Dios es nuestro Padre, que Dios es Amor, cercanía, liberación, felicidad.
Jesús es el comunicador, el revelador de Dios a los hombres. El que nos ha descubierto quién es Dios, cuál es su proyecto hacia los humanos y qué espera de nosotros. Viendo las obras de Jesús y escuchando sus palabras sabemos cuál es la voluntad el Padre y cómo, en consecuencia, hemos de portarnos.
Y asimismo, Jesús es nuestra respuesta, de toda la humanidad (anhelos, esfuerzos, sufrimientos y alegrías) al plan de salvación que Dios preparó antes de la creación del mundo por amor (Ef 1, 3-14). En Jesús nos sentimos realizados como hijos de Dios y hermanos suyos.
3. MEDITA (Qué me/nos dice la Palabra de Dios)
Que resuene en tu interior la queja respetuosa de Jesús: Llevo tanto tiempo con ustedes, ¿y aún no me conoces...? (v. 9).
¿Qué hago por conocer más profundamente a Jesús y con Él al Padre? ¿Cómo es mi relación de amistad, de intimidad con la Trinidad?
Conocer a Jesús es entrar en su amistad, experimentarla hondamente, para que en Él encuentre mi descanso total, aun en medio de los problemas.
Conocer a Jesús es creer, confiar siempre y totalmente en Él, pase lo que pase. Conocer a Jesús es comulgar con Él en su relación con el Padre y con los hermanos.
4. ORA (Qué le respondo al Señor)
Señor Jesús. Tú eres el Camino. Condúcenos hacia Ti, con tus modos y con tu estilo.
Señor Jesús, Tú eres la Verdad. Haz que nos dejemos guiar siempre por Ti mismo.
Señor Jesús, Tú eres la Vida. Haz que vivamos tu misma vida a plenitud.
5. CONTEMPLA
A Jesús, que te invita a caminar con Él, a dejarte impactar por su Verdad, a saborear su misma Vida.
A ti mismo, tan necesitado de encontrar el centro de tu vida psicológica y espiritual.
6. ACTÚA
Repite con frecuencia: Jesús, muéstranos al Padre en Ti mismo.
Preguntas o comentarios al autor
P. Martín Irure |
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