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SS. Pedro y Pablo

Qué le responderíamos a Jesús si hoy nos preguntara: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? / Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer M ateo 16, 13-19 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en

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¿Quieres un lugar donde escapar cuando necesitas silencio y soledad?


Autor: Evaristo Sada, L.C. en www.la-oracion.com

La experiencia demuestra que buscamos "lugares para orar". Se edifican altares, templos, santuarios, ermitas, grutas, monasterios…; espacios de oración. Si bien el corazón es el lugar del encuentro y de la Alianza con Dios, los espacios de oración ayudan mucho a centrarnos en Dios y en María. Por ejemplo, la imagen que aparece arriba la colocó el Papa Juan Pablo II frente a la ventana de su despacho en el Vaticano, a la vista de todos los peregrinos.
La piedad del pueblo cristiano en todas partes se manifiesta en lugares reservados exclusivamente para recogerse en oración. Esto es algo evidente en Italia, por ejemplo, donde a cada paso se encuentran imágenes de la Santísima Virgen María en las calles.
En muchos hogares de las familias más pobres, casitas que miden apenas 25 metros cuadrados, está siempre presente un altar donde tienen colocado un crucifijo, la imagen de la Virgen María y el patrono del pueblo, adornado con flores frescas y veladoras que representan la fe viva del orante.
El n. 2696 del Catecismo de la Iglesia Católica habla del oratorio personal o familiar como uno de los lugares más favorables para la oración. Y el número 2691 del Catecismo dice: "para la oración personal, el lugar favorable puede ser un "rincón de oración", con las Sagradas Escrituras e imágenes, a fin de estar "en lo secreto" ante nuestro Padre. En una familia cristiana este tipo de pequeño oratorio favorece la oración en común."

Por eso es muy recomendable que en todo hogar católico haya un espacio reservado a la Virgen María: un altar dentro de casa o una gruta en el jardín. Será un lugar de encuentro de padres e hijos con nuestra Madre del cielo, un espacio donde los esposos puedan resolver situaciones matrimoniales o familiares en presencia de María, un refugio donde poder escaparse cuando se siente la necesidad de silencio y soledad. Ella estaba presente en el Cenáculo con los Doce, que "perseveraban en la oración, con un mismo espíritu" (Hch 1,14).
Un rincón de oración en casa, dedicado a nuestra Madre del cielo, es un modo de decirle a María que queremos ser como el discípulo amado, que la acoge en la intimidad familiar. Allí podemos "orar con ella y orarle a ella" (Catecismo 2679).

Es provechoso tener en casa un espacio así porque María es la gran maestra de oración y su sola presencia inspira y nos invita a hacer un alto para elevar la mirada al cielo:
"La oración de María se nos revela en la aurora de la plenitud de los tiempos. Antes de la encarnación del Hijo de Dios y antes de la efusión del Espíritu Santo, su oración coopera de manera única con el designio amoroso del Padre: en la anunciación, para la concepción de Cristo; en Pentecostés para la formación de la Iglesia, Cuerpo de Cristo. En la fe de su humilde esclava, el don de Dios encuentra la acogida que esperaba desde el comienzo de los tiempos. La que el Omnipotente ha hecho "llena de gracia" responde con la ofrenda de todo su ser: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". Fiat, ésta es la oración cristiana: ser todo de El, ya que El es todo nuestro." (Catecismo 2617)



Una gruta dedicada a la Virgen María es también una ofrenda para nuestra Madre. Sabemos que le gustan estos lugares, espacios donde sus hijos acudan a su encuentro; Ella misma lo pidió en Lourdes y en la colina del Tepeyac. Para quienes no lo tienen aún, puede ser un buen regalo para Ella en el mes de mayo.
Lo ideal sería que se edificara en familia, como suele hacerse con el Belén o Nacimiento en Navidad.

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