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SS. Pedro y Pablo

Qué le responderíamos a Jesús si hoy nos preguntara: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? / Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer M ateo 16, 13-19 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en

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El contagio de la fe

Europa ha conocido épocas de angustia, por ejemplo, cuando la plaga o la peste iban cobrando víctimas de ciudad en ciudad y de un país a otro. En lo peor de la crisis del siglo XIV hubo regiones que perdieron entre la tercera parte y la mitad de sus habitantes. La palabra "contagio" tenía un significado sombrío en aquel tiempo.

También hoy podemos contagiarnos de una variedad de cosas negativas. El mal humor es contagioso. La arrogancia tiende a serlo. La venganza despierta venganza. El pesimismo, como una peste, puede saltar de una casa a la siguiente, o irse por los cables del teléfono o de Internet.

Pero gracias a Dios, hay contagios saludables también, y son los que más nos interesan. Hay gente que lleva una sonrisa invencible a su lugar de trabajo, y parece que no descansan hasta dejarla implantada en otros rostros. Hay gente obstinada en su lucha contra la corrupción y la desidia; y en más de una ocasión su fortaleza da fruto, cuando se abre paso un nuevo ambiente marcado por la transparencia y la honestidad. A menudo los niños tienen una fuerza increíble para contagiarnos de su mirada nueva, su inocencia luminosa, su risa inigualable.

Los cristianos estamos llamados a contagiar de fe al mundo entero. No somos espectadores pasivos de un drama ajeno. Jesús dijo una vez: "He venido a traer fuego sobre la Tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!" (Lucas 12,49). ¿A cuántos has incendiado tú en vivísima convicción del amor que Dios nos tiene?

Y atención todos: el papa Benedicto nos está llamando a vivir un Año de la Fe, a partir del próximo 11 de Octubre: ocasión magnífica para recordar el hermoso deber que tenemos de ofrecer a manos llenas el don de la luz que significa creer en Dios y en su Hijo, Jesucristo. Súmate, desde ahora.

AUTOR: Fr. Nelson M.

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